

Un nuevo hospital en Tailandia trata desde monos hasta elefantes explotados y maltratados
Desde monos hasta elefantes figuran entre las decenas de animales silvestres maltratados y explotados con fines comerciales en Tailandia que pasan por un nuevo hospital gestionado por una ONG, donde se recuperan y rehabilitan para llevar una vida normal.
Uno de los paciente yace boca abajo en la mesa de operaciones, con una línea intravenosa en su pierna izquierda, cerca de la herida causada por el dardo tranquilizante que lo sedó.
Se llama Yong y es un macaco cola de cerdo rescatado de una plantación de cocos tailandesa, donde miles como él son explotados cotidianamente por humanos para subir a las palmeras y recolectar el fruto, uno de los productos preferidos por los turistas.
Organizaciones de protección de los animales han denunciado la crueldad con la que son tratados estos monos, que son rescatados en condiciones lamentables como Yong, que recibía tratamiento en el único hospital de fauna silvestre de Tailandia, gestionado por la Fundación Amigos de la Fauna Silvestre de Tailandia (WFFT, por sus siglas en inglés).
Es tan solo uno de decenas de animales tratados todos los meses en las instalaciones de este hospital.
Por las instalaciones pasan no solo monos, también delicados petauros del azúcar (pequeños marsupiales) que estaban destinados a ser mascotas y hasta elefantes rescatados que habitan las amplias instalaciones de la WFFT en Phetchaburi, al suroeste de Bangkok.
Lidiar con tal variedad de animales puede ser un desafío, dijo el veterinario Siriporn Tippol.
"Si no encontramos el equipo adecuado, tenemos que improvisar con lo que tenemos o modificarlo según las especificaciones que necesitemos”, explicó Tippol.
Por ejemplo, describió cómo una vez tuvo que atar un mango extensible a un laringoscopio diseñado para gatos y perros para poder utilizarlo en cirugías de osos malayos y tigres.
En una pizarra se puede ver cómo transcurre un día normal en el hospital: limpiando una herida en la cola de un elefante, evaluando la posibilidad de cataratas en otro y tratando la afección cutánea de un oso malayo.
Yong estuvo en cuarentena tras ser rescatado y necesitaba un examen médico completo. Los monos cocoteros suelen ser portadores de tuberculosis u otras enfermedades infecciosas, dijeron los veterinarios.
Pero primero tuvieron que sedarlo, inyectándole un dardo tranquilizante. Le extrajeron sangre, le colocaron una línea intravenosa y le hicieron radiografías en busca de indicios de fracturas o enfermedades respiratorias.
Luego, en un gesto simbólico, le cortaron la argolla que tenía en su cuello y que lo mantenía atado a una cadena.
Posteriormente Yong pasó por el quirófano para una vasectomía que le permitiera unirse, sin riesgo de reproducirse, a una tropa mixta de monos rescatados.
- Afición fuera de control -
El hospital abrió sus puertas este mes, reemplazando a una pequeña clínica, según el fundador de WFFT, Edwin Wiek.
"Siempre he soñado con tener un centro médico de verdad", dijo a la AFP, entre el rugido de tigres que permanecían cerca, en recintos cubiertos de hierba.
Con más de 900 animales bajo el cuidado de WFFT y un flujo constante de urgencias, "necesitábamos un lugar más grande, más quirófanos, una sala de tratamiento", explicó.
Wiek fundó WFFT en 2001 con dos macacos y un gibón bajo su cuidado y ahora la instalación abarca 120 hectáreas y alberga 60 especies.
"Esa afición se nos fue de las manos", dijo, entre risas.
Desde hace tiempo Wiek ha abogado por una mayor protección de la vida silvestre en un país conocido como un centro de tráfico de estas especies, en parte debido a su ubicación y sus excelentes conexiones de transporte.
Las relaciones entre Wiek y las autoridades tailandesas fueron tensas en el pasado, incluso se enfrentaron en acciones legales, pero recientemente se convirtió en asesor gubernamental.
Una de las campañas actuales de WFFT se centra en los miles de monos que, como Yong, son entrenados para recolectar cocos en las plantaciones del sur de Tailandia.
"El problema del bienestar animal es terrible", declaró Wiek. "Estos animales son extraídos de la naturaleza ilegalmente y eso, por supuesto, tiene un enorme impacto negativo en la supervivencia de la especie".
WFFT trabaja con las autoridades, las plantaciones de coco y los exportadores para que los agricultores dejen de utilizar monos en estas labores y siembren palmeras más bajas y más fáciles de cosechar.
Wiek también piensa en su próximo sueño: un laboratorio forense para rastrear el origen de los animales confiscados a los traficantes. "Con esta herramienta podríamos causar un daño real a estos traficantes ilegales de vida silvestre", dijo.
E.Vogel--NRZ